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Se Nuevo

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Introducción:

De acuerdo con muchos analistas, hay cuatro factores fundamentales que han moldeado la sociedad actual y moldearán la futura. Ellos son: la tecnociencia, el arte, la religión y la educación. Empezando por el último, todos han sido y son parte esencial del quehacer de la universidad. Sin embargo, este ensayo está dirigido al papel que juega la universidad frente a la revolución tecnocientífica y para su comprensión se iniciará con algunas definiciones, tal vez redundantes, pero necesarias.

La ciencia:

Es ese creciente cuerpo de ideas que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Es común dividir las ciencias en formales (o ideales) y fácticas (o materiales) de acuerdo con el objeto o tema de las respectivas disciplinas.

Entre las ciencias fácticas, la distinción entre las ciencias naturales y las humanidades tiene una larga tradición. Dentro de las ciencias naturales se distingue el estudio de la naturaleza inorgánica (o física) y el estudio de la naturaleza orgánica (biología). En las humanidades, tal como se ha definido tradicionalmente, se ha producido una escisión entre las ciencias sociales (que incluye ramas tan disímiles como la historia, la lingüística o la psicología) y las disciplinas estéticas o artes.

El origen de la tecnología es la ciencia, y en el ámbito que nos concierne más –las ciencias naturales- la actividad en general está dirigida a producir un conocimiento objetivo de las leyes que rigen el universo. Aquí se entiende por ciencia una forma de saber proporcionar explicaciones causales, dilucidaciones de por qué sucede algo y por qué ocurre de cierta manera. Por ello posee una unidad total que se hace específica de acuerdo con el objeto de cada ciencia en particular.

La universidad:

Hay quienes consideran a la Academia de Pitágoras en Crotona (siglo VI AC.) como el primer precedente de una Universidad. Otros dicen que fue la Academia de Platón, (s. IV AC.), cuya continuación fue el Liceo de Aristóteles y la Escuela de Alejandría (s. III AC.).

Pero, a pesar de su contribución al desarrollo inicial de la cultura occidental, ninguna de esas escuelas tuvo continuidad. No pueden considerarse eslabones con las universidades actuales ni siquiera la escuela de Toledo, ni el centro cultural árabe del Califato de Córdoba, ni la escuela benedictina de Salermo dedicada a la medicina bajo influjo árabe, todo alrededor del s. X.

Otras fundaciones datan del siglo VIII cuando se organizaron centros de enseñanza en torno a la cátedra del Obispo –las futuras escuelas catedralicias y capitulares-, y en los monasterios –escuelas monacales-, donde cumplieron un papel predominante, en el desarrollo y formación, los monjes de la orden de San Benito.
En los centros monásticos la enseñanza no se limita a los novicios, sino también a los laicos que quisieron acercarse. Lo cierto es que este tipo de escuelas, aunque tuvo su influjo en el desarrollo de la universidad, no son su antecedente inmediato.

Las universidades actuales, en el mundo entero, proceden de las creaciones medievales en Europa: fines del siglo XII y comienzos del XIII. Es decir, la Universidad, en su estructura jurídica y su organización, tuvo su origen en las agremiaciones de profesores y alumnos que se establecieron –en defensa de intereses comunes- durante dichos siglos. Estas creaciones sí han tenido continuidad hasta nuestros días en las mismas ciudades en que se iniciaron o en otras distintas, pero con los mismos reglamentos e inspiraciones de las primeras. Las más antiguas del mundo europeo, que siguen teniendo vigencia actual, son las de Bolonia (1180), Oxford (1190) y París (1200). En lengua española, contemporánea de ellas, es la de Salamanca, fundada en 1215 por Alfonso IX Rey de León.

En estas universidades medievales la enseñanza fue básicamente lectura y comentario de textos o, dicho de otro modo, no se enseñaba la ciencia, sino que se exponía el autor; ya que el saber consistía no en conocer tales o cuales cosas, sino en saber qué afirmaban ciertos autores conocidos sobre ciertas cuestiones. Los estatutos universitarios no describen programas de asignatura, sino de nóminas de autores a leer.

La organización universitaria, hecha experiencia secular en Salamanca, es trasplantada al Nuevo Mundo. La primera fue la Universidad Tomista de Santo Domingo fundada en 1538 por una bula papal, pero ésta nunca llegó a la categoría de las de México y Perú, fundadas en 1551.

En el Nuevo Reino de Granada, las primeras universidades fueron los colegios Mayor de San Bartolomé y Mayor de Nuestra Señora del Rosario, únicos centros escolares que, de manera regular, sostuvieron prácticas de enseñanza que habilitaban para conseguir títulos en Filosofía, Teología, y Cánones y Leyes, las tres formas de saber que estudiaron los integrantes del grupo intelectual superior en el Nuevo Reino de Granada. Después se establecería la Universidad de Santo Tomás.

A fines del siglo XVIII y principios del XIX llegan al país las ideas de la Ilustración, uno de cuyos polos más notables de difusión fue Popayán, en su Colegio-Seminario de San Francisco de Asís. De ahí surgen varios de los impulsores de la independencia y se entra en la vida republicana con sus nuevas ideas.

 

Las universidades no escolásticas surgieron después en la era republicana, pero la historia de su desarrollo está fuera del alcance de este resumen.
 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
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